martes, 13 de diciembre de 2016

niebla

Como si quisiera cubrirlo con su manto de gasa y así aliviarlo, la niebla acude en estos días a amortiguar el dolor, el mucho dolor que se aloja en mi corazón.
Ayer moría tranquilo, apagándose lento al ritmo en que menguaba su respiración, el último de mis tíos, Nemesio, el hermano pequeño que todavía le quedaba a mi madre. Ya no me contará más de la huerta, ni de sus tiempos sin escuela.
Hoy me escriben. Ha muerto Juanjo. Y no sé si podré perdonarme alguna vez esa visita que no he hecho, la llamada que esperará en vano.
Un año perro y cabrón.

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