jueves, 3 de octubre de 2013

trabajo

Ha ido hasta Japón para jactarse -él, sí, el ignorante insulso impávido de la enorme rosa- de cómo se han reducido los salarios en España desde que él (hace como que) gobierna*. Un hito, se dice satisfecho, en el camino que tiene como meta no solo la derrota sino la humillación pública y el escarnio de los sindicatos, reducidos el trabajo y los trabajadores a mera y sola mercancía. Y mercancía barata.
Es el designio, preciso y sin ambigüedad, de este mandado. Poner de rodillas a las clases trabajadoras, las que no tienen más capital que su (fuerza de) trabajo, las que tienen en el trabajo su dignidad más esencial, su humanidad.
¿Ha sabido alguna vez el hombre plasma de la sonrisa boba que el trabajo -bien es verdad que el no alienado- es fundamento de la democracia, elemento emancipador, fuente creadora de ciudadanía y de derechos?
Él, como los suyos -y, ¡ay!, no pocos de los nuestros- solo ven en el trabajo mercancía que mejor si se compra barata, un coste en las cuentas, un elemento, una pieza, una máquina, un apéndice en el proceso de producción. Han ¿olvidado? que el trabajo produce y crea el mundo, acrece y cambia la realidad, crea conciencia que transita del yo al nosotros, hace sociedad y, junto al lenguaje, hace al hombre hombre (inclúyase aquí la mitad del cielo, mujeres y trabajadoras)
El trabajo que no quieren como fuente de emancipación y libertad sino precario, flexible, privado (que es, a la vez que contrario de público, lo que ha sido privado de elementos que lo constituyen), reducido a un asunto particular entre el trabajador que se ofrece (y vende) y el comprador que ya no quieren que se conozca como lo que es (patrono, de padrone: amo o dueño) y lo llaman por eso emprendedor. Como en ese vértigo hacia atrás que llamábamos franquismo donde el lenguaje de la dictadura había hecho desaparecer de la realidad oficial a los trabajadores, reemplazados todos en aquel imaginario estúpido y sanguinario por fieles productores desfilando en el Bernabéu al paso alegre de la paz.
Ignora el ignorante que el trabajo es elemento fundante de la democracia. Que si aquel se debilita, la democracia mengua y es menos.
Lo que no dicen las crónicas es si también le han puesto precio a la democracia**. Porque de riesgos entienden lo justo: tal vez no más allá de los puntos básicos que alcanza en los mercados hoy la prima.


* También para decir que 'los temores sobre Fukushima son infundados', sin que hasta el momento sepamos si incluyó baño en esas aguas de nuevos Palomares.
** Este del que hablamos tiene contado que a él la democracia le pilló estudiando. Casi una sorpresa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...