lunes, 28 de octubre de 2013

luna fría


AL FINAL DEL DÍA

La casa entera se ha quedado en silencio.
A esta hora también la calle está vacía.
Muchas veces, así, cuando ya duermen todos,
me imagino que soy, bajo la luna fría,
el único que queda despierto, el único
que sigue revinando junto a la mesa limpia
todo lo que nos dicen que nos va a suceder
cuando mañana el sol nos ofrezca otro día.

Mientras dormimos guardamos la cabeza en una caja
y la cerramos para no escuchar el viento.
Pero quien vela lo oye, y también oye el agua
y los fusiles y las balas y además los lamentos
y sabe la injusticia y sabe la miseria
y no puede olvidarse del vecino violento
ni de la pobre chica que hoy se ha suicidado
porque la vida ha roto cada uno de sus sueños.

Ahora que la casa se ha quedado en silencio
y solo yo repienso lo que nos dio la vida,
vienen a estar conmigo los amigos, las voces
conocidas, y hay días que también desconocidas.
Mi corazón de noche se nutre de los sonidos
que mi mente fabrica igual que las abejas
van fabricando en el panal su cera blanca.
Mi corazón es tierra sembrada de recuerdos.

De noche, cuando todos disfrutan de sus sueños,
ante mí se levanta la imagen de mí mismo,
como si un gran espejo me mirase,
y con voz alta dirigiera sus palabras.
A veces, inflexible, me juzga y al ver mi cobardía
me condena a la tristeza perpetua.
Otras veces se calla, me mira, se me acerca,
me abraza como un hermano. Y llora.

Fernando Ruiz de Osma Delatas, en Malos tiempos.
(más aquí)

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