sábado, 6 de agosto de 2011

destino

La entrada, donde el coche mal aparcado.  

Como las esencias -que según nuestras tías sólo se despachan en frascos pequeños-, la piazza dell´oro es muy pequeña, casi minúscula. Frente a frente, dos edificios. La iglesia imponente, rotunda, y el que, al lado de otro exento que compone una modesta y bellísima manzana (por el otro sur, lean 'cuadra'), alberga los dos pisos que, unidos, alojan las dependencias de mi nuevo trabajo. Mi nuevo destino. Como si el destino se despachara también como en dosis, de a pocos, y el sino no fuera otro que el azar ya previsto.
En la iglesia, me dicen, admiten perros. Me gusta, aunque no sé si es cosa de la tradición o la modernidad, o simplemente del márquetin de la fe católica y romana aggiornata.


El itinerario de vuelta a casa, a pie, exige atravesar el rio -el puente lleva tiempo preparado- y permite la opción de sentirte a la vez protegido y atrapado por la belleza de la gran colomnata aunque la elección obligue a pasar por otro Estado (la otra opción posible sería, aquí, pecado imperdonable: ético y estético).
El destino impone, en cualquiera de las dos opciones, girar a la izquierda si uno no quiere extraviarse y acabar por perderse -y perdido- en el camino.

2 comentarios:

  1. De vuelta a casa no olvides admirar la impresionante columnata de Bernini y acariciar su piedra.

    ResponderEliminar
  2. bella passeggiata di ritorno a casa,
    éxitos en el nuevo destino.
    un beso

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...