domingo, 13 de febrero de 2011

palabra de pablo


Hablamos de Pablo con esa naturalidad que da la confianza, como si fuera un amigo de los que habitualmente, como si mañana, tal vez a la vuelta de un pasillo, allí con nosotros. Hablamos de él y de sus casas. La que en Madrid pocos conocen, la Casa de las Flores, la Chascona de nuestro otro Santiago, la casa de La Isla Negra (donde un xiurell aguarda al visitante atento), mascarón de proa en ese mar de nombre engañoso.
Pero hablamos, sobre todo, de sus palabras. Y las leemos. Y las decimos. Tan quedas que apenas si susurros, para escuchar mejor el azul de los astros mientras tiritan, allí -a pie de mar- a lo lejos. Tan exactas que parecieran piezas de orfebre. Tan certeras.
Hecha su vida de palabras y memoria, en Confieso que he vivido dejó escrito el texto más sugerente de cuantos he leído sobre la palabra. Me lo trajo de nuevo, tal que alzado hasta el cielo, un lector -¿una lectora?- que mentaba palabras sobre princesas, y yo lo traigo aquí.

La palabra

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

(Pablo Neruda, Confieso que he vivido, 1974)

1 comentario:

  1. "Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció…"

    Las palabras pueden cambiar nuestro destino.

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