lunes, 31 de enero de 2011

noche

'(...) La llama arde durante un tiempo y luego se extingue. ¿No han dicho los filósofos que la noche es el estado natural del cielo?. Trabajo de hombre: representar e iluminar, romper la oscura normalidad, el mutismo de lo natural, su falta de sentido. Comportarse con esa forma de artificio que transmite sentido, iluminar durante un rato lo que es oscuro, en eso consiste la moral; incluso la vida civilizada, sin más, consiste en eso.'

(R. Chirbes, Crematorio)

viernes, 28 de enero de 2011

jardín de arena

María cumple hoy ochenta y cuatro años. De niña fue a la escuela sólo el corto tiempo que le permitió la República: después quedó señalada para siempre y excluída, hija de rojo. Y me ha contado muchas veces, alegría y sonrisa en sus ojos, cuánto le gustaba la escuela y cómo quería a sus maestras. Pero su tiempo no fue el de las cerezas.
María es mi madre, hambre de escuela y entereza. Dignidad y trabajo. Mucho trabajo el de una María casi niña. Y los niños y las niñas del colegio Jardín de arena, que hoy estrena nombre, han querido hacerme el favor de cantar conmigo un 'cumpleaños feliz' que me ha sabido a emoción y a gloria.
Hoy ha sido día de bautizo, que un número no es bueno como nombre, y un colegio sin nombre parece inconcluso, provisional, como si le faltara identidad. Y vaya si la tiene el que ya es hoy Colegio Público Jardín de arena, que se identifica por ser vanguardia amable de la innovación y la creatividad, de la imaginación, de la paz y la poesía. Del buen hacer.
Como muestra, el nombre, que Juan y su comunidad han tomado prestado -a sugerencia de Edmundo, cómo no- de un libro de versos al que Pepe Corredor Matheos, su autor, le puso ese título.
Y allí estaba el poeta, padrino principal en este bautizo con cientos de niños oficiando de celebrantes, sencillo y cordial, amable siempre. Y con él más poetas, Santiago Ramos -feria y pregón, garrotilla de caramelo- y Dionisio Cañas -de cuando Nueva York fue Tomelloso- entre otros. Y algún que otro pintor como Pepe Herreros. Y los maestros, pocos, y las maestras, muchas y jóvenes, casi tanto como las madres que han preparado -también aquí los padres ayudan- unas migas solidarias.
Celebrábamos un nombre a estreno y también el día de la paz y la no violencia, y hemos cantado. En español y en inglés, que se trata de un jardín bilingüe. Y hemos bailado. Han dejado volar libres a un puñado de palomas. Y he visto a Juan, alma del cole y más que director, más hermano que amigo, con esa alegría que trata en vano de esconder para no delatar el orgullo que siente de los días grandes y felices.
Al alcalde le han dicho chicos y padres que el colegio que sueñan es éste, el suyo, el que tienen. Y yo le he confesado en público que éste es un colegio al que todos los maestros quieren venir y del que ninguno se quiere marchar. Un orgullo de puertas abiertas donde todos caben.

No sabía qué regalo hacerles, ni cómo darles las gracias. Y me he puesto a pensar en una lista de cosas de arena que pudiéramos ir escribiendo poco a poco y de a muchos. Se trataba de empezar, y me he atrevido. Y dice así

De arena

Los relojes que marcan el tiempo lento de los deseos
Las playas por las que el mar nos lleva al infinito
Los castillos que construyen los pequeños arquitectos de una humanidad que será paz
Los granitos de arena que suman y suman hasta hacerse más fuertes que el granito
Las casas de sombra que dan cobijo en el oasis a los viajeros fatigados
Las dunas de todos los mares, horizonte y promesa para el corazón solitario
El pequeño tesoro que ocultamos en los zapatos
La amistad entre la cal y las estrellas
El arenal donde las chicas saltan a la comba
Los desiertos que incendian la imaginación de los poetas
Las palabras que dicen ‘amigo’, ‘hermano’, ‘compañero’
‘te quiero’, ‘cuenta conmigo’, ‘vamos juntos’, ‘podremos’
Los jardines de los coles que trabajan cada día la esperanza
y adelantan el futuro y
sueñan con mundos de mujeres y hombres de lluvia
dulces y felices y repletos de ternura

martes, 25 de enero de 2011

marcelino y nicolás

Un discurso sobrio, medido y claro, como su autor, un Nicolás Redondo que durante todo el acto se mantuvo atento y como lejos de allí. Tal que su pensamiento recorriera los años de plomo a los que aludió, o volviera a La Naval de Sestao o a la sesión del Congreso donde se votaba aquél primer Estatuto de los Trabajadores. Sólo cuando asentía ante alguna afirmación parecía volver al recinto donde se les premiaba, a él y a Marcelino Camacho, y se les reconocía por tanto como hicieron por este país, por las libertades y los derechos civiles, y por los trabajadores. A vueltas siempre sus vidas con la emancipación y la igualdad.
Yenia Camacho, y después Josefina, envueltas en un torrente de palabras y recuerdos, de admiración y cariño por el padre y el marido ('Camacho', lo llamó un par de veces su mujer), fueron el contraste. Que la evocación seguro que contribuye al duelo, y puede que sea necesaria para llenar el vacío que no cubre ese retrato de Marcelino en el que Josefina quiere ver al compañero que le señala el camino con su dedo.
Mi Presidente, más parco que de costumbre -y, contra su costumbre, leyendo una parte- hizo un discurso cabal y valiente. Los hubo, sí, y los hay. Pero, sobre todo, los habrá, que los sindicalistas no son sólo historia y pasado sino futuro. Sobre todo cuando no tienen ya que elegir entre la cárcel o la vida.
Palabras, y emociones, de una tarde en la que se sentía en esa sala  universitaria ('de cartones') que todavía sabe a fábrica la presencia de los amigos abogados de Atocha asesinados treinta y cuatro años antes. A pesar de la ausencia de Alejandro, con Juanjo entre nosotros. Recuerdos de una noche tristísima, de desconcierto y miedo, prólogo de aquel estallido de rabia contenida del entierro de los camaradas.
Historia que se hacía presente: a esa misma hora negociaban sindicatos y gobierno el futuro del sistema de pensiones. Se trata de derechos de los trabajadores, de su garantia, los que alumbraban y defendían ya entonces en la calle madrileña de Atocha aquellos jóvenes abogados.
Encuentro de antiguos (y nuevos) compañeros de muchos años que son parte de mi historia, de mi biografía y de mis sentimientos. De tiempos de lucha y de esperanza.

Cariño de mujer y compañera, Josefina diría de Marcelino que había sido 'mi libro y mi maestro, mi compañero, mi amigo, el padre de mis hijos...'. Y que falta por hacer ese homenaje merecido a todas las mujeres que esperaron solas tantos años, todos los días, a las puertas de las cárceles en esa cárcel triste que fue España durante demasiado tiempo. Algo de eso tengo escrito por algún sitio.
Ojalá y el solar enorme de la que fue cárcel de Carabanchel sea finalmente hospital y biblioteca, y no chalets. Aunque sólo sea para que nuestra Josefina escape de ese bucle que amenaza con dejarla sólo emoción y recuerdo y pasado.

El acto empezaba con versos que cantan al hombre sencillo. No faltó Pablo al homenaje, que la mano prudente y sensible de Y. los encontró y los propuso. Y no creo yo que los haya más adecuados.

(...)
y entonces
cuando esto
está probado,
cuando somos iguales,
escribo,
escribo con tu vida
y con la mía,
con tu amor y los míos,
con todos tus dolores
y entonces
ya somos diferentes
porque, mi mano
en tu hombro,
como viejos amigos
te digo en las orejas:
no sufras,
ya llega el día,
ven, ven conmigo,
ven con todos
los que a ti se parecen,
los más sencillos.
Ven, no sufras,
ven conmigo,
porque aunque
no lo sepas,
eso yo sí lo sé:
yo sé hacia dónde vamos,
y es ésta la palabra:
no sufras
porque ganaremos,
ganaremos nosotros,
los más sencillos
ganaremos,
aunque tú no lo creas,
ganaremos.

(De Oda al hombre sencillo, Pablo Neruda)

sábado, 22 de enero de 2011

babelia

Hoy, cerca de los festejos de San Sebastián -el resplandor de la hoguera como que entrase en casa- y con el ruido de fondo de una Sevilla profanada por el insulto profesional de los azules, he celebrado los 1000 números de Babelia. Es el suplemento que espero, más que ninguno, con verdadera expectación cada semana desde hace veinte años. Tanta, que si algún sábado me falta parece que me hubieran privado del placer del fin de semana entero.
Con razón -aunque nunca entenderé si las razones debían más a la preocupación que al enojo fruto quizás de mi torpeza- mi devoción babeliana planeó por un momento en tierras de penumbra, fría y extraña la noche. Sucedidos, al fin y al cabo, que pueblan la memoria y la ensanchan antes de ser definitivamente olvido.
Mil semanas de encuentro con el mundo de los libros y de la música, del teatro, del arte. Aunque algunas, mejor de olvidar. Tal que ésta que ahora está a punto de acabar, semana de nieblas que difuminan el hilo de los trabajos y los días, y lo confunden y esconden.

Quizás por eso no pudo ser tampoco el tiempo grato. Amancio Prada, La Abadía, Jorge Manrique, una invitación..., y otras tareas que me impiden disfrutar la música, que tanto me gusta. De siempre, esa que es, más que canción, la más soberbia definición de amor. Libre, grande, buena alta, blanca... pero no mía.
Tendré que escribir, al hilo del recuerdo, de hogueras y viajes y versos, Enardo en la memoria de una tarde de frontera (Para que me recuerdes, cantaba F.) y una jovencísima poeta que llegó a famosa.


Libre te quiero

Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que al cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

(Agustín García Calvo)

lunes, 17 de enero de 2011

de leer

Si ahora es Crematorio, antes fueron otras -creo que todas las otras. Desde la primera, no recuerdo bien si La buena letra, todas las novelas de Rafael Chirbes me han proporcionado el intenso placer y la emoción y el saber que sólo los escritores de raza (no acaba de gustarme, pero no encuentro expresión más gráfica) son capaces de producir.
El comienzo, las primeras veinticuatro páginas, es un prodigio narrativo. Cerca de una treintena de personajes cobrando vida y (re)construyendo la (vida) de Rubén B. Una muerte, y un paisaje de calor sofocante, que nos lleva, de la mano de la memoria y el deseo, a los paisajes de la juventud y al territorio de la derrota. Una familia hecha de muchas familias, de muchas historias. Un lenguaje preciso, certero. El pasar del tiempo y el declinar del cuerpo. Y una marea de reflexiones que, al hilo de la trama, hacen de la historia un retablo político -y ético- de unos años en que el paraíso parecía estar a la vuelta de cualquier esquina.
No había estallado la crisis, y el ladrillo se comía el mar y la montaña, y una forma de vivir y de sentir, de ser. Y el dinero  envenenaba los sueños con la misma contundencia con que amenazaba con desterrar la decencia de la política.

… Es cuestión de tacto, tienes que aprenderlo: aquí, entre grúas que tocan el cielo, plumas, contenedores, camiones-bañera y ruidosas retroexcavadoras, hace falta sigilo; se necesitan ceremoniales, ritos, saber cuándo hay que levantar la voz y cuándo tienes que hablar entre susurros; cuándo tienes que seducir, acariciarle la nuca a alguien, hablarle suavemente al oído, rozándole con los labios la oreja, cogerlo por los riñones, abrazarlo, acariciarle los lomos, medírselos con la palma de la mano, masajeárselos mientras hablas; y tienes que darte cuenta de cuándo toca dejar caer una frase que sabes que se le ajusta al otro entre dos miedos y trabaja como una palanca, como el hielo se mete entre las grietas del granito y acaba haciendo estallar las rocas. Pienso en el negocio como en esas flores retráctiles que se cierran temerosas en cuanto el aire se agita en torno a ellas, avisándolas de la presencia de un insecto. Conocer el lugar exacto por el que pasa el ecuador de las cosas, en qué punto una pizca más de presión quiebra el caparazón.

domingo, 16 de enero de 2011

eternidad

Que los mercados lo pueden casi todo, a la vista está. Pero para poder-poder, lo que se dice poder, el del Papa de Roma, que se ha propuesto -y la concluye en estos días- nada menos que la reforma de la eternidad.
Por los más heterodoxos ya se veía venir, y hasta lo sospechábamos los menos adeptos, que no nos cabía del dios del Papa un ánimo tan hostil y vengativo, casi cruel, de quien se predica amor y bondad. Pero es el caso que Benedicto XVI ha dado en concluir finalmente que no hay lugar fisico para cielo e infierno -tampoco para limbo y purgatorio-, que no son otra cosa que metáforas. Estados de ánimo. En el caso del purgatorio, afirma que se trata de un fuego interior.
Maneras de acercamiento a los místicos, como si hubiera descubierto que hay más razón y verdad -y más bondad, y más caridad- en la poesía que en la vieja teología.
No creo yo que nos encontremos en vísperas del paso del dogma al verso, pero así me gusta más. Aunque a mi A., nada versada en doctrinas eternas y con la que leo y comento la noticia, le cueste comprender. Aunque a mi amigo Jesús que en paz descanse, en su día campeón provincial de catecismo por Jaén, podría suspender hoy la catequesis papal de los miércoles.
Y no para aquí la reforma, y si hasta ahora cielo, infierno, purgatorio o limbo podían escribirse en mayúscula, liquidados ya como topónimos míticos, 'pierden el derecho a la mayúscula'. Así nos lo cuenta en su espléndido artículo Juan G. Bedoya.

sábado, 15 de enero de 2011

hoguera y niebla

Día de hoguera y niebla. También de celebración de la vida, de los años que suman a los ya vividos -P. y A. hoy, otro Antonio mañana: felicidades-, y de resaca de torpeza. Que el cansancio acumulado no deja ver, a veces, la ternura que brilla en los ojos de las princesas.
Vendrá -siempre viene- la luz. Fiat lux. Y se esclarecerá la niebla que ayer, y esta mañana, se cerraba sobre la ciudad y los corazones y ponía en las cosas y los sueños un halo de irrealidad y de nostalgia.
Las hogueras alumbrarán la noche y traerán calor y colores. Maneras de ocultar al triste. Formas fugaces de la luz.

Lux
Luz. La que va contigo.
Luz. La del brillo de tus ojos.
Luz. Tú.

(MGB)

viernes, 14 de enero de 2011

tiempo

Con apenas treinta años, un poeta de la tierra acaba de ser reconocido con el premio Ojo Crítico 2010 de poesía. Ya ganó el Adonáis del año pasado con un poemario que guarda como título el de los versos que más abajo os dejo.
Rubén Martín Díaz nació en Albacete, y El minuto interior es su segundo libro publicado. El primero, Contemplación, también fue premiado. En los dos, ecos de la mejor tradición poética e innovación. Y juventud.
Orgullo, y satisfacción, de lo nuestro. De los nuestros, que son -fortuna de la tierra- de todos.Y reconocimiento y felicitación.
Por cierto: Rubén tiene blog.

El minuto interior

He prendido las ascuas
y ya me siento a descansar un poco.
Una ligera bruma
ocupa los espacios descuidados
visibles entre encinas,
y sólo el frío,
que desciende del norte,
traspasa las paredes del silencio.
El cielo pinta
un paisaje nublado,
el aire desdibuja los caminos,
la luz flaquea
y estremece las formas.
No obstante,
parece la mañana
un apacible oasis alejado en el tiempo.
Nadie vendrá
—es enero profundo,
la gente no abandona sus hogares—,
y es mejor que así sea:
quiero pensar a solas
al lado de este fuego que enardece
los instintos del hombre.
Necesito escuchar mi propio pulso
como si fuera mío de verdad,
vivir este minuto prodigioso,
este tiempo interior en la quietud,
donde todo respira a través de mi cuerpo.
Y sospecho un fervor
que fluye de mis manos e ilumina,
en un lugar remoto de la Tierra,
la vida y sus asuntos.

martes, 11 de enero de 2011

piedra y humo

El poeta que escribió versos de humo en los cielos de Nueva York, y con letras de piedra en el desierto de Atacama -'ni pena ni miedo', para que se vean siempre y bien desde el cielo-, el que quiso quemar sus ojos y nunca se inclinó ante la derrota, cumplía ayer años. Nació un 10 de enero, justo en mitad del siglo veinte.
Se llama Raúl Zurita y es chileno.

Guárdame en ti

Amor mío: guárdame entonces en ti
en los torrentes más secretos
que tus ríos levantan
y cuando ya de nosotros
sólo quede algo como una orilla
tenme también en ti
guárdame en ti como la interrogación
de las aguas que se marchan
Y luego: cuando las grandes aves se
derrumben y las nubes nos indiquen
que la vida se nos fue entre los dedos
guárdame todavía en ti
en la brizna de aire que aún ocupe tu voz
dura y remota
como los cauces glaciares en que la primavera desciende.

lunes, 10 de enero de 2011

vida

Amanece, sí. También hoy, y mañana, y pasado mañana, y puede que muchos días más. Aunque no hay certeza de que haya de ser así, nos basta quizás con la creencia de que así será, movidos por la costumbre (Hume, sabio por muchas razones, nos lo dejó dicho).
Para vivir hay que hacer como si supiéramos que hay mañana, como si tal acontecimiento futuro constituyera un hecho de evidencia, por más que no quepa evidencia alguna sobre lo que todavía no es, sobre lo que aún no ha sucedido. Porque aún está por ocurrir, si es el caso.

Porque se trata de vivir. Porque se trata de un mundo que despierta y renace cada día.
Y es que pocas cosas hay más fuertes que la vida.


viernes, 7 de enero de 2011

temblor

Canción para no morir

Cuando te vayas,
muchacha blanca como la nieve,
llévame.

Si acaso no pudieras
llevarme de la mano,
niña blanca de nieve,
llévame en el corazón.

Si en el corazón no puedes
acaso llevarme,
muchacha de sueño y de nieve,
llévame en tu recuerdo.

Y si allí tampoco puedes
de tantas cosas que lleves
vivas en tu pensamiento,
niña blanca de nieve,
llévame en el olvido.

(Ferreira Gullar)

Cantiga para não morrer

Quando você for se embora,
moça branca como a neve,
me leve.

Se acaso você não possa
me carregar pela mão,
menina branca de neve,
me leve no coração.

Se no coração não possa
por acaso me levar,
moça de sonho e de neve,
me leve no seu lembrar.

E se aí também não possa
por tanta coisa que leve
já viva em seu pensamento,
menina branca de neve,
me leve no esquecimento.

martes, 4 de enero de 2011

caricia

Todavía con el impacto de una caricia singular, extraordinaria donde las haya. La caricia de un águila imperial que me permitió que la acunara antes de volver a ganar su libertad.
Quizás sea ese vuelo majestuoso, tranquilo y seguro, elegante, el símbolo más fértil de la libertad y el regalo primero del año que empieza.
Antonio, que nos brindó la oportunidad y nos hizo el don de sus muchos saberes y su amabilidad, nos había informado de que nació el año pasado, en Los Yébenes, y fue recogida -maltrecha- en Tembleque. Después de su rehabilitación (orgullo de Pilar, su artífice, en el CERI de Sevilleja de la Jara), su destino inequívoco: la libertad. Para volar alto, lejos.
Esta mañana, de nieblas apretadas, me pregunté qué sería hoy de ella.
Y prometí que lo contaría con mayor detenimiento, roto ya el determinismo de la 212. Sin olvidar la mirada de ojos grandes, llenos de asombro y maravilla, prodigioso el hechizo, del niño que no quiso decir su nombre. Ni que Adrián, amigo de los trenes, cumplía cinco años.
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