viernes, 22 de octubre de 2010

tierras de frontera

'Esos llanos jugosos en primavera y castigados por el sol de verano aparecen salpicados de bosques de encinas. En las primeras lomas aparecen robles y pinos. Los ganados de la Mesta castellana acudían a invernar en los pastizales de la Alcudia, después de una larga trashumancia por las dos mesetas. En aquellos días del otoño tardío, las sierras aparecían envueltas en nubes de tormenta. El cielo denso, de un color azul de plomo, ocultaba las cumbres y extendía sobre las montañas una sombra opaca de color pizarra. La lluvia arreciaba a medida que la carretera tomaba altura. Sobre la poza de Fuencaliente se deslizaba una nube de vapor, pero en el lado manchego de la sierra, sobre el paisaje idílico de la Alcudia, el arco iris se mostraba en todo su esplendor. El ancho valle aparecía cubierto de luz, lejos de los nublados, recluido en un cercano paraíso por las montañas que lo rodean, como justificando su cercano parentesco con el paisaje feliz de las comedias pastoriles. Por Fuencaliente y la sierra de la Garganta se pasa a Andalucía. Son carreteras solitarias, bien mantenidas, cruzando comarcas deshabitadas. El otro camino a Andalucía, por el que transita el tráfico general, es el desfiladero de Despeñaperros. Alcudia es un nombre árabe que designa un collado o un llano alto. Despeñaperros es un nombre cruel, áspero y duro que no hace pensar en amores pastoriles, sino en venganzas de pastor.'

Manuel de Lope, Iberia. La puerta iluminada.

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