sábado, 21 de agosto de 2010

derecho a las estrellas

Hace ya tantos años, que apenas si me recuerdo sentado frente a esa mesa de formica que me sirvió tantas noches de escritorio después de cumplir su función de mesa de cocina. Escribía a veces algún relato, puede que ese día fuera Loser, por aquél entonces, casi como ahora, esa muy parecida sensación de pérdida, de añoranza por lo que no es (o no es aún). Que con el tiempo he dado en llamar 'nostalgia de futuro', la única -repito siempre- que nos está permtida.
Ese día, un 21 de agosto de hace ya tantos años, mientras escribía, el fondo musical de las canciones de la  radio cambió por la voz de un locutor que daba noticia -y comentario envuelto en la retórica de la dictadura de aquí- de que la víspera habían entrado en Praga los tanques rusos, que tropas del Pacto de Varsovia habían invadido Checoslovaquia.
Curioso: en ese año de 1968, en Praga y en el mundo entero la primavera  terminó en agosto. Mayo ya había pasado. Y Dubcek encontraría trabajo como jardinero.
Leyendo la prensa me entero hoy de que veinte años después de ese final se aprueba en España la primera norma para proteger las noches, la que se llama -lo cuenta en EL PAÍS Manuel Planelles- Ley del Cielo de Canarias. Y que los municipios andaluces, todos, deberán aprobar ahora una ordenanza de protección del cielo. Para que las noches sean más oscuras y se pueda contemplar algo más que el lucero del alba, dice el articulista. Tal que Aldebarán desde una casa varada, pongo yo por caso.
Y pienso que si los matemáticos se dan a la tarea de calcular la velocidad del desorden, bien está que diputados, alcaldes y concejales se afanen en proteger los cielos. (Otros seguiremos empeñados en asaltarlos, dicho sea pacíficamente hablando).
Me gusta que esté en marcha esa iniciativa Starlight que reclama el derecho a las estrellas. ¿Por qué no, incorporado además a la Constitución? Como un sueño de mayo en agosto. Como si fuera mi regalo para Julio, mi hermano, que hoy cumple años.

Y poder decir con causa, una vez más, que la noche está estrellada 'y tiritan, azules, los astros a lo lejos'

2 comentarios:

  1. La mejor manera de aclarar los cielos no es apagando las luces de la plaza y volver a los candiles, que también, sino dejando de contaminar con todo lo que los ricos contaminan. No sé si me gusta más la mfría metáfora de que tiriten la estrellas o que de verdad titilen.

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  2. Está bien aprobar leyes para proteger el medio ambiente pero de que nos sirven si luego no hay voluntad real por parte de las autoridades en cumplirlas.

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