viernes, 14 de mayo de 2010

tribulación y mudanza

En tiempos de tribulación, no hacer mudanza, parece que decía el de Loyola, aquel general sin galones. Si ya no tiempo de silencio (¿para qué, pasado el ejercicio del espíritu, cuando la voz retumba en el vacio y rueda sin destinatario?), llegado el de tribulación quizás sí convenga hacer mudanza. Que no de principios, ni de ideas e ideales, tampoco de valores. Mudanza hacia la coherencia mayor posible, a la lealtad que madura y se reafirma con la razón y la pasión juntas.
Y es que el tiempo de ajustes ha llegado, y se ha convocado al sacrificio que exigen estos tiempos. Necesario, imprescindible sin duda: comprometer el presente y el futuro por la inacción sería más que un error. Así hablaba ZP, al que sigo respetando.
Pero no es permisible, ni decente siquiera, que el esfuerzo y el sacrificio se exija -funcionariado aparte, que es harina y hasta costal diferente- como siempre a los de siempre. No me vale ya el como siempre.
Los beneficios de banca y bolsa, las ganancias multimillonarias del simple mover el dinero, los patrimonios que ya no tributan, los otros de siempre, no parecen llamados. Como siempre.
Y no es permisible. Ni decente.
La coherencia y la lealtad requieren respuestas, cambios. No callar.
En estos tiempos de tribulación, no hacer mudanza supone estar en el sitio en el que uno debe estar. Con los de siempre, con quienes tienen como único capital su inteligencia y su trabajo, con ésos que sí están entre los llamados aunque casi nunca entre los elegidos.

3 comentarios:

  1. No es decente ni ético que los sacrificados deban de ser los de siempre;aquellos a los que este inefable sistema arroja como hiel que palpita pestilencia.

    Y tanto caminar,tanto transitar para encontrarnos en el mismo sitio de partida

    ¡Cuanto dolor insuperable para tanto tiempo de esperanza desvanecido!

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  2. en la larga lucha por las personas estamos en tiempo de paso atrás; cuando se avanza los poderosos reaccionan, pero si comparamos con no ahce mucho estamos algo mejor; ¡mucho ánimo a todos!

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  3. Es así, Pedro Pablo. Pero lo que más duele es que no hay un discurso alternativo. Se sigue hablando de la parte de los gastos pero nadie dice nada sobre los ingresos. Y Europa nos insulta: Portugal y Francia están dispuestos a pedir dinero a los que más tienen. ¿Será para sacarnos los colores?

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