sábado, 25 de abril de 2009

más Rosa

La decisión de Rosa Aguilar, que ya comenté muy brevemente, está dando que hablar. Yo espero igualmente que sirva para dar quepensar. Y alguien que piensa, y lo escribe certeramente, con prudencia y claridad hace un comentario que no me resisto a compartir y que firmo y suscribo del inicio al final. Es de Enrique Curiel.
Les vendrá bien a los y las progresistas en general, a la buena gente de IU (la hay, claro que sí, y muy buena) y, si bien lo quieren, a muchos compañeros y compañeras de ese gran partido (y hablo, al hablar de partido, de las gentes: militantes, amigos y amigas, simpatizantes, votantes, sufridores críticos) de la izquierda española y europea que es el PSOE.
Los que no nos hemos arrepentido, y sí hemos aprendido, nos volvimos a emocionar ayer viendo La2 y un fragmento de la historia reciente que condujo a una España recuperada: Bucarest. La memoria perdida. Ver a Solé Tura con su nieta, la dueña del secreto, en el laberinto, recordar a Comín y su clarividencia de comunista en la Iglesia y cristiano en el Partido, sentir un nudo en la garganta al ver de nuevo a Miguel Núñez poco antes de morir, el paso lento y fatigado, me llevaron a la memoria de mi abuela Gloria, la pobre, que no lo llegó a entender nunca: 'Hijo mío -me decía-, no sé por qué en la radio de la tía Fidela se escucha a Manolo Escobar y aquí en la nuestra no se coge más que la Pirenaica'.
Cosas de un tiempo cuya memoria, amiga Rosa, Enrique amigo, no puede caer en el olvido porque la llevamos grabada a fuego en nuestros sueños más jóvenes.

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